Hay mañanas en las que uno se despierta sintiendo que ya ha vivido ese día antes. No por una travesura del destino, sino porque, en efecto, es el mismo lunes reciclado en forma de miércoles. Mismo café tibio, mismo correo sin leer, misma sensación de estar en pausa mientras la vida corre con zapatos ajenos.
Fue en uno de esos bucles existenciales cuando Mar, una de tantas almas cansadas del piloto automático, lanzó la gran pregunta en un directo con Fran Escribano:
¿Cómo se recupera el timón de una vida que parece haber naufragado sin avisar?
Fran, coach en bienestar emocional y experto en devolverle alma a los cuerpos ausentes, no se anduvo con rodeos:
“Cuando todo parece repetirse, no es el calendario el que falla, sino algo más profundo que llevamos dentro y que ya no sabe cómo gritar”.
Y ahí empezó el viaje. Porque, si bien nos gusta pensar que estamos cansados porque “dormimos mal” o “trabajamos mucho”, la verdad es menos romántica y más incómoda: hay fuerzas invisibles que nos vacían como una fuga lenta en el depósito de la ilusión.
Seis Formas Sofisticadas de Agotarse Sin Hacer Nada Extraordinario
Escribano las llama “situaciones genéricas”, pero en realidad son auténticos vampiros energéticos con traje de cotidianidad. No hacen ruido, no muerden cuellos, pero te quitan las ganas de bailar un lunes cualquiera.
1. Situaciones Recurrentes: El Déjà Vu Emocional
Esos problemas que se repiten como un disco rayado: la discusión de siempre, la incomodidad de siempre, el jefe de siempre. Lo trágico no es que vuelvan, sino que uno termina domesticándolos.
Como una gota que cae en la misma piedra hasta hacerle un agujero, estas situaciones minan la energía y acaban por convertirse en un “bloqueo”, que es una forma elegante de decir “ya no puedo más”.
2. Los “Tengo Que”: El Imperio de la Obligación
Levántate, trabaja, cuida, responde, produce. Repite. El “tengo que” es una cárcel sin barrotes pero con horarios.
Uno no vive, cumple. Y en ese cumplimiento constante se disuelve la alegría como un terrón de azúcar en un vaso de agua amarga.
3. Los “Debo De”: La Fricción Invisible
Aquí entra la contradicción suprema: “debo hacerlo, pero no quiero hacerlo”. ¿Y si no lo hago? Culpabilidad. ¿Y si lo hago? Desgana.
Un campo de batalla interno donde no hay ganadores, solo desgaste emocional.
4. Conflictos Relacionales: Amores que Cansan
A veces no son las horas extra las que agotan, sino las conversaciones que no se tienen. El roce constante con la pareja, el amigo que siempre decepciona, el hermano que nunca cambia.
Una herida pequeña, mal curada, se convierte en cicatriz que duele todos los días. Y lo peor: uno se acostumbra a cohabitar con el dolor como si fuera parte del mobiliario emocional.
5. Posponer el Cambio: El Arte de Esperar el Momento Perfecto (que Nunca Llega)
Sabes que deberías cambiar de trabajo, de ciudad o de perspectiva… pero no lo haces. ¿Por qué?
Porque primero deben alinearse los planetas, aprobarlo tus padres, estar listo el ahorro y, claro, desaparecer el miedo.
Spoiler: nada de eso ocurrirá si no das el primer paso. Posponer es una forma elegante de decir: me saboteo con excusas sofisticadas.
6. El Cuerpo Habla: Síntomas que Son Gritos
Cuando la mente calla, el cuerpo grita. Fatiga crónica, insomnio, dolores sin diagnóstico… No siempre es estrés, a veces es tristeza con forma de inflamación.
No es el caso de Mar, quizás, pero sí de muchos otros que caminan por la vida como si llevaran una piedra invisible atada al alma.
Automotivación: No se Compra, se Descubre
Fran insiste en que la motivación no cae del cielo ni se encuentra en frases de Instagram. No es gasolina ajena, ni píldora mágica. Es más bien una pequeña brasa que uno debe aprender a proteger del viento de la rutina.
Y esa brasa tiene nombre: el "para qué" más profundo.
No se trata de hacer cosas “porque toca”, sino de descubrir para qué verdaderamente las haces. Como quien va al gimnasio pensando que quiere perder peso y termina dándose cuenta de que lo que busca es volver a gustarse.
Cuando uno conecta con ese "para qué", las acciones dejan de ser tareas y se convierten en actos de amor propio.
El Proceso, según Escribano:
-
Identifica la situación que te drena.
-
Define qué quieres cambiar realmente.
-
Y lo más importante: pregúntate para qué lo quieres.
No es autoayuda barata, es arqueología emocional. Porque escarbar en uno mismo para hallar el verdadero motivo es el acto más revolucionario que puede hacer alguien que ha olvidado cómo se siente estar vivo.
Una Herramienta para Empezar (Sí, Gratuita y Consciente)
Para quienes quieran dejar de ser náufragos y volver a capitanear su barco, Fran ha creado una herramienta práctica y gratuita:
"Recupera el Timón de tu Vida", disponible en www.franescribano.com.
Un mapa para que puedas rastrear esas situaciones vampíricas y empezar a reclamar el terreno perdido de tu bienestar.
Última Estación: El Despertar
Sentir que “todos los días son iguales” no es una sentencia, es una alarma.
Una alerta suave, pero insistente, de que algo en ti necesita ser escuchado, cambiado, redirigido. No eres el único ni la única. Pero sí eres el único que puede decidir si sigue caminando en círculos o se atreve a romper el bucle.
Quizás no se trata de hacer algo radical, sino de hacer algo real. Algo que te devuelva el derecho de sentir que estás viviendo, no simplemente cumpliendo días.
Como dijo alguien que ya entendió esto antes que nosotros:
“No se trata de agregar más días a la vida, sino más vida a los días.”