Coach Bienestar Integral

Más Allá de la Motivación Pasajera: Encuentra tu “Para Qué” y Enciende la Brasa de tu Automotivación

La motivación. Ese concepto manoseado, invocado en charlas TED, tatuado en agendas de productividad y convertido en eslogan por gurús del “tú puedes”. Pero, ¿cuánto dura realmente esa chispa? ¿Horas? ¿Días? ¿Hasta que vuelve el lunes?

En un reciente directo, Fran Escribano —coach especializado en bienestar integral y emocional— se atrevió a desarmar este mito contemporáneo. Lo hizo con la claridad de quien no vende fórmulas mágicas, sino invita a mirar dentro. Allí donde, paradójicamente, menos miramos.

Motivación o Anestesia Momentánea

Fran comienza por cuestionar lo evidente: ¿qué entendemos por motivación? La mayoría la imagina como ese arrebato inspirador que nos empuja a correr diez kilómetros, escribir una novela o dejar el trabajo tóxico... por unas horas.

Es como tomar una pastilla para el dolor: el efecto alivia, pero no cura. Mañana, el dolor —o la desmotivación— volverá. Más silenciosa, más honda. Y entonces necesitaremos otra dosis, otro vídeo viral, otro “tú puedes” en mayúsculas.

Pero la pregunta que realmente importa no es “¿cómo me motivo?”, sino “¿qué pasa si dejo de depender de eso?”.


De la Chispa al Fuego: El Viaje Hacia la Automotivación

Ahí entra en juego el concepto que cambia las reglas del juego: la automotivación.

No es un subidón. Es un pozo profundo donde, si te atreves a bucear, puedes encontrar el verdadero combustible: tu “para qué” más íntimo y auténtico. No se trata de encender fuegos artificiales, sino brasas que ardan lento y constante. De esas que, aunque no deslumbren, calientan el alma y sostienen la acción.

Las Tres Estaciones del Viaje Interior (según Fran Escribano)

1. Identificar la situación que te drena

El primer paso es incómodo, pero vital. ¿Qué está desangrando tu energía? ¿Qué conflicto, qué postergación, qué relación no resuelta?
Como un médico que antes de curar debe diagnosticar, así tú: sin reconocer el malestar, no hay posibilidad de cambio real.

2. Definir qué quieres conseguir

No basta con quejarse o decir “quiero estar mejor”. Fran invita a afinar el deseo: ¿qué cambio concreto deseas?
No es lo mismo querer "estar bien" que querer "poner límites a mi jefe", o "retomar el arte que dejé hace años".
Nombrar el objetivo es empezar a crearlo.

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3. Descubrir tu “para qué” más profundo

Aquí es donde ocurre la alquimia. Porque el “qué” es superficial, pero el “para qué” es la raíz.

Fran propone un ejemplo sencillo, pero revelador:

  • “Quiero apuntarme al gimnasio.”

  • ¿Para qué? “Para perder unos kilos.”

  • ¿Para qué quieres perder kilos? “Para verme mejor.”

  • ¿Y para qué quieres verte mejor? “Para sentirme más segura.”

  • ¿Y para qué necesitas sentirte más segura?
    “Para trabajar mi autoestima.”

Ahí está. La semilla. El núcleo. El verdadero motivo que da sentido a cada paso. Y cuando conectamos con él, ya no hace falta empujarnos. La acción surge sola, porque se vuelve coherente con quienes somos.


Automotivarse: No es Subirse a la Ola, es Aprender a Nadar

La automotivación no tiene banda sonora épica ni efectos especiales. Es una práctica silenciosa y tenaz.
Una convicción que no necesita testigos.

Y sobre todo, no se agota. Porque nace de un deseo genuino, no de una imposición externa. No busca aplausos, sino coherencia. No grita “¡hazlo!”, sino susurra: “esto es importante para ti.”


¿Y Si Aún No Lo Tienes Claro?

No estás solo. Para quienes sienten que su brújula interna está desmagnetizada, Fran ha diseñado una herramienta gratuita que funciona como linterna interior:
📍 "Recupera el Timón de tu Vida", disponible en www.franescribano.com
Un mapa para rastrear tus bloqueos, redescubrir tus deseos y comenzar el viaje hacia una vida más significativa.


Metáfora Final: El Arquitecto del Propósito

Imagina que estás construyendo una casa. La motivación externa es el albañil que aparece el primer día, entusiasmado, gritando “¡vamos a levantarla ya!”. Pero se irá pronto.

El “para qué” profundo, en cambio, es el arquitecto silencioso que diseñó cada rincón. El que sabe por qué esa casa importa. El que te recuerda que no es un proyecto cualquiera:
es tu refugio, tu territorio, tu espacio de sentido.

Construir desde ahí no solo es más lento… es más verdadero

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